23 de febrero, cuarenta años del fallido intento de golpe de Estado

23 de febrero de 1981, 18:23 horas, Palacio de las Cortes, Madrid, España.

La sesión de investidura del 20 de febrero no había conseguido la mayoría absoluta necesaria para nombrar Presidente del Gobierno de España al candidato Leopoldo Calvo Sotelo (UCD). Los diputados y diputadas están reunidos para una segunda votación nominal. Adolfo Suárez encabeza la sesión en condición de Presidente del Gobierno saliente. Se dispone a votar el diputado socialista Manuel Núñez Encabo.

Doscientos guardia civiles, armados con subfusiles, irrumpen en el hemiciclo. Están bajo el mando del teniente coronel Antonio Tejero. Tejero ordena a los presentes que se queden quietos y se tiren al suelo. La Operación Duque de Ahumada, denominación golpista para este infame episodio de nuestra historia, acaba de comenzar.

Todos, incluso quienes aún no habíamos nacido o éramos niños en aquel comienzo de los 80, conocemos lo que vino después: horas de miedo, de llamadas tensas, de noticias confusas, de ocupación militar de Valencia, de más mandos militares sublevados, de incertidumbre en una democracia recién estrenada. Pero también de consenso entre las fuerzas democráticas, de quienes bajo ninguna circunstancia querían volver a la España oscura, dictatorial y profundamente desigual que había muerto tan solo unos años antes y que había secuestrado a nuestro país durante casi cuatro interminables décadas.

Por fortuna, triunfó la cordura, la concordia y el espíritu de renovación que nos había llevado a la democracia. Cuarenta años después, de aquello quedan recuerdos y lecciones históricas. Celebremos que gracias a aquel fracaso hoy podemos hablar sobre ello, debatir y aprender de nuestros errores. Alegrémonos de lo que no fue, de que nuestra libertad nos permita revisar nuestra biografía como país y mantener viva la memoria de quienes lucharon por ello.

Comparte este artículo